Dos problemas que se presentan comúnmente en las megalópolis -y no sólo en ellas- es la falta de vínculos entre los habitantes de la misma, aún entre vecinos de un barrio y la falta de participación política, sin mencionar la carencia de lazos entre los habitantes y la propia ciudad. Ambos fenómenos dificultan el éxito, ampliación, profundización y evaluación de políticas públicas; ni hablar de herramientas como Gobierno Abierto y/o las políticas urbanas; estas últimas suponen la participación de los habitantes en el diseño de políticas públicas para la ciudad. América Latina, en lo general, y México, en lo particular, son ejemplos de esta situación; lo que es lamentable, pues problemas añejos como la desigualdad o la inseguridad, podrían combatirse a partir de un tejido social más sólido y participación política constante.
En la Ciudad de México (CDMX), se creó el programa Fábricas de Artes y Oficios (FAROS), hace poco más de veinte años, con la finalidad de generar desarrollo y sentido comunitario, a partir de actividades culturales y la capacitación de diversos oficios con demanda en las diferentes delegaciones (ahora Alcaldías) de la ciudad y los barrios respectivos. Posteriormente, con la jefatura delegacional de Claudia Sheinbaum en Tlalpan (2015-2017), se creó el programa Centro de Artes y Oficios (CAOS), que pretendía ser una suerte de matiz de FAROS, en la delegación. Vale mencionar que en ambos casos los resultados han sido ambivalentes, pues, por un lado, sí ha habido capacitación en ciertos oficios, pero los programas artísticos han sido muy pobres, así como el apoyo o fortalecimiento al sentido de comunidad.
Con la llegada de la Dra. Sheinbaum a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, se implementó a partir de 2019, el programa Punto de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), con el objetivo de contribuir al ejercicio de los derechos a la educación, al desarrollo sustentable, al empleo, a la cultura y al deporte, tal y como lo señala el gobierno capitalino. Para ello, tiene planeado abrir 300 PILARES en la Ciudad, estando funcionado hasta ahora, alrededor de doscientos cincuenta, mismos que impulsan fundamentalmente -y al igual que FAROS y CAOS- capacitación para diversos oficios, así como desarrollo académico en niveles básico y medio superior.
Ahora bien, pese a que PILARES fue premiado recientemente (2021) por el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la UNESCO, con el reconocimiento Construyendo igualdad 2020, el programa no ha colaborado al fortalecimiento -o creación- de lazos comunitarios, ni impulsado la participación de los vecinos en las Alcaldías; siendo el primero un objetivo no especificado en documentos, pero sí sostenido por las autoridades. En cuanto a la participación ciudadana (en general), esta no ha sido alentada ni por el gobierno de la Ciudad, ni por el de las alcaldías.
Los programas o cursos que se ofrecen en los PILARES, son definidos o por la Coordinación General de Inclusión Educativa e Innovación -perteneciente a la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación- y en algunos casos de manera conjunta por los PILARES y las alcaldías correspondientes. Sin embargo, hay muy poca participación de los vecinos en el establecimiento de necesidades y recursos, a fin de definir la oferta específica. En algunos casos se abren convocatorias para recibir sugerencias de cursos o actividades, pero no basta con ello; las autoridades -e incluso los partidos políticos- deben ser facilitadores y promotores de la participación comunitaria. Ello resultaría en corresponsabilidad de las diferentes partes, en la vida de los barrios; unidades fundamentales de las alcaldías.
Una oportunidad para ello, es el impulso para el aprendizaje de expresiones artístico-musicales -específicamente sones de la huasteca- por vecinos de diversos barrios, para vecinos del propio barrio; esto con el apoyo de la organización Jóvenes Orquestas (JO), que impulsó dicha actividad en el barrio de San Pedro Mártir (Alcaldía Tlalpan). La valía, es que la experiencia de JO en San Pedro Mártir, fue que, como resultado de los talleres, se fortalecieron los lazos vecinales y se generaron relaciones barriales, como resultado de las actividades comunitarias propias de los talleres; e. g., cargar instrumentos, tarimas, bancos y todo lo necesario, desde la bodega en donde se guardaban, hasta el lugar del taller y de regreso.
Con esta experiencia, podría suponerse que, si se impulsa la participación vecinal en el diseño de los talleres y su implantación, se generarían y fortalecerían los lazos comunitarios y impulsaría su participación política, al ver resultados positivos de ella y los talleres de PILARES. De esta forma los habitantes en general se apropian de su espacio -el barrio, la colonia, la Alcaldía y la Ciudad- responsabilizándose también de él, se generan vínculos de colaboración con las autoridades y se crean o fortalecen lazos comunitarios. Esto permitiría transformar con bases sólidas a la Ciudad y sus relaciones.